El Dr. Dick Tinsley es Profesor Emérito de la Universidad Estatal de Colorado (Colorado State University) con décadas de experiencia como asesor de proyectos de desarrollo agrícola para pequeños propietarios. Dick ha trabajado en numerosos sitios en Asia y África y es el autor del libro “Developing Smallholder Agriculture: A Global Perspective” (Desarrollo de la pequeña agricultura: una perspectiva global). También maneja el sitio en la red www.smallholderagriculture.com, e imparte un curso de educación continua en internet llamado Challenges to Smallholder Agriculture (Retos para la pequeña agricultura) (http://villageearth.org/training-and-consulting/on).
En este artículo, Dick sostiene que, en términos generales, los productores agrícolas siembran sus cultivos más tarde de lo recomendado y que el supuesto generalizado del porqué lo hacen es para evitar el riesgo. Sin embargo, argumenta que otra y quizás más probable explicación es que ellos sencillamente no tienen la energía suficiente para hacer el trabajo que se necesita para preparar a tiempo un campo para la siembra. Antes de implementar un proyecto de desarrollo rural, Tinsley alienta a los agentes de cambio a tomarse el tiempo para determinar si los beneficiarios pueden pagar u obtener de otra manera las calorías suficientes y llenar otras necesidades alimenticias esenciales para completar las tareas diarias que se esperan de ellos.
Introducción – Un supuesto cuestionable
En mi opinión, ha habido un descuido fundamental en el enfoque básico sobre el desarrollo de la agricultura durante los últimos 40 años. A mediados de la década de 1970 investigadores de campo observaron casualmente en las fincas que los pequeños productores retrasaban el establecimiento de sus cultivos hasta por ocho semanas, con un establecimiento promedio de cultivos de un mes después de las lluvias iniciales o de otro evento estacional que marque el inicio de la siembra. Esto fue confirmado al promediar algunos de los resultados iniciales de los registros de las fincas.
La observación llevó al supuesto de que los pequeños productores tenían aversión al riesgo y esperaban por una mayor seguridad de las lluvias y que usaban de manera ineficiente los recursos naturales disponibles. Estas eran y siguen siendo en su mayor parte supuestos, conjeturas o hipótesis que se han arraigado profundamente en la literatura del desarrollo sin contar con alguna prueba real o verificación. El desarrollo económico para las comunidades de pequeños productores, a la vez que hace énfasis en el desarrollo de la tecnología a través de ensayos en pequeñas parcelas y un programa efectivo de extensión en educación demostrativa (para informar a los productores sobre el potencial de las nuevas técnicas), a menudo falla en tomar en cuenta las horas que los productores son físicamente capaces de dedicarse al trabajo de campo. Se hace énfasis en la importancia de sembrar tempranamente, pero sin tomar conciencia de los recursos operativos que se necesitarán y de la disponibilidad de esos recursos para extender una técnica de una pequeña parcela a una finca completa dentro de límites aceptables.
La realidad sobre las limitaciones de tiempo
El problema básico fue subestimar cuánto tiempo le toma a una familia establecer 1.5 hectáreas de tierra. Si el estimado es de solamente dos a tres semanas, entonces el supuesto inicial sería correcto y debería ser posible mejorar el bienestar económico promoviendo el establecimiento temprano del cultivo, etc.
Sin embargo, si un estimado más exacto resulta en hasta ocho semanas—con los productores trabajando tan duro como sea posible desde la primera oportunidad —entonces el período en que se alargó el establecimiento del cultivo resultará muy tarde para que los productores efectúen la mayoría de las prácticas de manejo de seguimiento tales como la eliminación manual de la maleza o el uso efectivo de las tasas recomendadas de fertilizante. Después de ocho semanas, la invasión de maleza y la pérdida en rendimientos potenciales serán sustanciales. El problema surge de la limitación en recursos para manejar la tierra a tiempo. En este caso, sería difícil mejorar el bienestar económico del pequeño productor sin mejorar primero la disponibilidad de recursos operativos para que ellos manejen sus tierras. En círculos académicos y del desarrollo, parece bastante fácil determinar la mano de obra y otros recursos que se necesitan para completar una tarea (p.ej., 300 horas hombre de trabajo para preparar manualmente la tierra; 60 días hombre para trasplantar 1 hectárea de arroz). Sin embargo, parece ser considerablemente más difícil determinar si esa mano de obra está disponible en una comunidad de pequeños productores. La mano de obra puede ser aportada por la familia, trabajadores ocasionales e incluso trabajadores migrantes. La mano de obra también es un recurso móvil que se mueve a través de una comunidad de pequeños productores y puede ser mejor evaluada sobre una base comunitaria que en base a una finca individual. En la comunidad del desarrollo o dentro de un proyecto de desarrollo, ¿quién es el responsable de determinar si los productores tienen acceso a los recursos necesarios para implementar las recomendaciones de desarrollo promovidas para el beneficio de los pequeños productores en sus fincas?
En algunos casos, otros miembros de la familia ayudan con mano de obra en la finca. Sin embargo, deben darse pasos para asegurar que los niños puedan ir a la escuela, lo que es improbable que suceda si están trabajando tiempo completo en el campo. Y si la esposa de un hombre tiene considerables tareas domésticas que desempeñar , como acarrear agua y/o leña, cocinar y alimentar a los niños —que tienen prioridad con respecto a ayudar en el trabajo de campo—es improbable que pueda ayudar en el trabajo de campo.
El equilibrio de la energía calorífica
Otro factor podría contribuir a la prolongación del establecimiento de un cultivo mucho más allá del tiempo proyectado: la limitación en la dieta disponible para los pequeños productores durante períodos críticos de alta necesidad de mano de obra. La desnutrición y la malnutrición son reconocidas como problemas importantes en las comunidades de pequeños productores, considere el a menudo mencionado cliché de que los pequeños productores producen suficientes alimentos solamente para seis meses. Muchos de los esfuerzos para aliviar la pobreza se enfocan en la reducción de deficiencias nutricionales, en términos de proteínas, vitaminas, minerales, etc. Sin embargo, raramente se reconoce al hambre como un importante impedimento potencial para los esfuerzos de desarrollo.
Muchos pequeños productores experimentan desnutrición en la forma de un déficit importante del “equilibrio de la energía calorífica”, que compara el número de calorías que se espera que una persona gaste en la implementación de un plan de desarrollo, y el número de calorías a las que la persona tiene acceso. Los pequeños productores quizás tengan acceso a solamente 2,000 kilocalorías cuando necesitan más de 4,000 kilocalorías para completar un día entero de trabajo de campo diligente. Como resultado, los productores podrían tener solamente energía calorífica suficiente para trabajar de tres a cuatro horas al día, lo cual aumenta sustancialmente el tiempo o días requeridos para completar distintas tareas agrícolas, y que limitará seriamente la capacidad de los productores de aprovechar las innovaciones que se promueven para su beneficio—en particular las innovaciones intensivas en mano de obra.
Si los pequeños productores producen solamente lo suficiente para alimentar a sus familias durante seis meses, se quedarán sin alimentos justo cuando inicia la siguiente temporada de cultivo. Podría ser imposible para ellos consumir las calorías suficientes para realizar un día completo de trabajo de campo en el manejo del cultivo. Si se necesitan 2,000 calorías solo para metabolismo básico y así resolver necesidades diarias de subsistencia y 220 kcalorías adicionales por hora para un trabajo de campo sostenible, una persona necesitaría consumir al menos 4,000 kcalorías para trabajar un día completo de 10 horas. (Esto excluye el trabajo pesado de excavación asociado con la preparación manual de la tierra, lo que podría aumentar aún más las necesidades de energía.) Si los productores no pueden consumir esta cantidad de calorías, no serán capaces de completar el día de trabajo y se verán forzados a regresar temprano a casa por la tarde para recuperarse de la extenuación. Esto podría parecer “ociosidad.”
Una dieta típica sería 500gr/día de arroz sin cocinar, lo cual es el consumo promedio per cápita en Myanmar y representa el promedio más alto de consumo diario de arroz en el mundo. Esto podría aportar solamente alrededor de 2,000 kilocalorías. Aún con los bajos precios al consumidor que existen en la mayoría de los países en desarrollo, una persona que viva cerca o por debajo del a menudo citado índice de pobreza de US$2/día del Banco Mundial tendría que gastar la mayor parte de sus ingresos solamente para alcanzar las 4,000 calorías que se requieren para un día completo de trabajo en el campo. Satisfacer esta necesidad de energía requeriría ya sea 1.1 kg de maíz, o 1.1 kg de arroz, o 1.1 kg de harina de trigo, o 2.5 kg de yuca, o 4.6 kg de batata, o 3.3 kg de plátano (estos pesos se refieren a cantidades sin cocinar). Esta dieta suministraría energía suficiente, pero no proveería las proteínas, minerales esenciales y vitaminas necesarios para que una persona se mantenga lo suficientemente sana para resistir un día completo de trabajo agrícola de campo. Estos otros nutrientes deben provenir de la carne, el pescado, los frijoles, los vegetales y las frutas que suelen ser más caros que los alimentos ricos en almidón—por lo que comprarlos y consumirlos probablemente resultaría en una reducción de las calorías en general. Esto a su vez reduciría la cantidad de trabajo que podría esperarse de un individuo. Así, antes de hacer cualquier esfuerzo por movilizar el “ocio”, sería apropiado determinar si los individuos tienen fácil acceso a las más de 4,000 calorías que separarían la ociosidad del hambre y el agotamiento.
La Figura 2 muestra el volumen de alimentos mencionados anteriormente para varias fuentes de energía de alimentos básicos. Para que un individuo compre una porción de 4,000 kilocalorías en distintos países en desarrollo, costaría entre US$0.30 a US$1.99 dependiendo del país y los alimentos básicos de que se trate (ver http://lamar.colostate.edu/~rtinsley/Table1-Price4000Kcals.pdf).
En un ejercicio de aula de clases usando listas comparativas de precios al consumidor, cuando se consideraron todos los alimentos para obtener una dieta balanceada completa, el total de calorías disponibles se redujo a aproximadamente 3,000 kilocalorías. (3000 kcal/día es ligeramente mayor que los estudios de casos en un reciente documento de ODI “On Improving Nutrition for Smallholders.” En ese documento, los cinco estudios de casos mencionan kcal/día que van de < 2,000 a cerca de 3,000 kcal/día). Restando las 2,000 kilocalorías que se necesitan solo para sostener las actividades biológicas del cuerpo, las kilocalorías disponibles para el trabajo de campo podrían ser 1,000 o menos—dejando menos de cuatro horas de energía para el trabajo de campo. ¿No es esto congruente con lo que a menudo se observa cuando se visitan las comunidades de pequeños productores? A menudo los visitantes llegan tarde en la mañana cuando muchos productores ya completaron las cuatro horas de trabajo de campo que su dieta les permite. Estos productores se encaminan a sus hogares, agotados, habiendo iniciado su trabajo temprano por la mañana. Todavía estará por hacer algunas tareas domésticas esenciales tales como obtener agua para el hogar, tal vez recolectar leña, cocinar los alimentos, alimentar a los niños, etc. Estas actividades serían un drenaje adicional a las calorías que están disponibles para el trabajo de campo.
Para ver un análisis detallado de un Equilibrio de Energía Calorífica en Etiopía (hecho por un taller participante), ver este enlace: http://lamar.colostate.edu/~rtinsley/EthiopiaDiet.html. El resultado del análisis fue similar a la conclusión de este artículo: en base a los salarios, a los precios de los alimentos y un número de miembros de la familia que necesitan comer, es improbable que un productor posea energía suficiente para desempeñar más de 4.6 horas de trabajo de campo por día. Esto es coherente con el día de trabajo ocasional en la vecina Kenia, que está establecido en 5 horas/día. Con un día de trabajo de 5 horas, parecería posible que alguien trabajara un doble turno, pero esto no sucede y no es alentado por los productores que contratan mano de obra. Un productor que fue entrevistado indicó que si una persona trabajara un doble turno, no sería capaz de trabajar al día siguiente.
Suministros de subsistencia
Si bien los precios al consumidor son los datos más fácilmente disponibles de recolectar para este análisis, y que US$2.00 por persona por día es la definición estándar aceptada de pobreza de acuerdo al Banco Mundial, los pequeños productores usualmente producen la mayor parte de los alimentos que consumen, en particular los alimentos básicos que son la fuente principal de calorías como los que se muestran en la Figura 2. Sin embargo, es más difícil determinar la cantidad disponible de alimentos de subsistencia y sería más variable en un país anfitrión específico y entre productores individuales. Tengo un estimado de productores en Malawi, que indicaron que ellos reservaban alrededor de cuatro sacos de 50 kg de maíz por persona para consumo personal. Esto significaría apenas 200 kg/año o 547 gr/día, lo que proporcionaría 2030 kcal/día como fuente principal de energía alimentaria. Cuatro sacos de 50 kg cada uno por persona es muy consistente con el Proyecto Villas del Milenio, el cual adjudica 1.1 toneladas de maíz por familia de 5.7 personas. Esto equivale a 193 kg/persona/año o a 529 gr/día, lo cual proporciona 1930 kcal/persona/día. A esta tasa, los alimentos almacenados serían suficientes para sustentar a una persona, pero no le permitiría llevar a cabo trabajo de campo sustancial.
Intervenciones que ahorran mano de obra
En vez de proponer intervenciones intensivas en mano de obra, el fortalecimiento de los recursos operativos disponibles para los pequeños productores puede resultar en un aumento sustancial en el bienestar económico. Un buen ejemplo de esto es el reemplazo de los búfales de agua en favor del arado a motor para el cultivo de arroz en Tailandia y otras partes de Asia, un cambio que ocurrió al mismo tiempo con la “revolución verde” y le ayudó a tener éxito. El uso de los arados a motor redujo el período de establecimiento del cultivo a la mitad y permitió a los pequeños productores expandir sus propiedades, diversificar sus empresas agrícolas y disfrutar de algunos artículos de confort como refrigeradores, motocicletas, televisiones y reproductores de vídeo. Con la producción de arroz bajo control, los productores tailandeses pudieron llevar a cabo muchas de las actividades de la cadena de valor generadoras de efectivo que fueron previstas en los proyectos de desarrollo tales como contratos de producción de vegetales para el mercado japonés, o producción de aves de corral y cerdo suspendidas sobre estanques de peces. La conversión del búfalo de agua a los arados de motor fue autofinanciada y sucedió sin que la comunidad del desarrollo lo notara. Todavía sigue siendo poco reconocida por parte de la comunidad del desarrollo que trata de extender la “revolución verde” de Asia a África. Esta última enfatiza la investigación en mejora de tecnologías y la mejora en el acceso a insumos, pero no extiende esto al fortalecimiento de los recursos operativos para agilizar el establecimiento del cultivo y el manejo de la tierra.
El fortalecimiento de los recursos que están disponibles para el manejo de la tierra a menudo involucra casos de mecanización. Muy probablemente cuando se usan tractores de cuatro ruedas, esto no será en términos de propiedad directa por parte de los productores sino más bien disponibilidad de contratos vía servicio de apoyo prestado por empresas familiares con base en la comunidad que tienen una relación simbiótica con los pequeños productores. Parece haber una demanda considerable de estos servicios, incluso en partes remotas de África donde las operaciones manuales de campo continúan dominando. En Zambia, los productores han expresado un interés en tales servicios y pueden incluso citar los precios para estos. El precio prevaleciente en 2005 era de ZK 100,000 (US$20) por hora. Durante esta hora un operador podría arar entre 0.25 y 0.50 ha. Se pueden obtener cotizaciones similares en Uganda, Malawi, Nigeria, Gana y Kenia. En Egipto, Paquistán, Irak y Afganistán la mayor parte de la preparación de la tierra se hace con tractores de 65 hp como el Massy Ferguson 165 (y ha sido por varias décadas) de propiedad individual. La importancia de tales arados por contrato parece estar sucediendo fuera de la observación de la comunidad del desarrollo, que permanece fijada en la idea de que el mantenimiento de las maquinarias está más allá de la capacidad de las comunidades de pequeños productores con educación limitada. Quizás ellos piensan en las dificultades con las unidades de mecanización del sector público y no son capaces de distinguir el sector público del sector privado. Tal vez la comunidad del desarrollo puede replantearse esto y más bien facilitar un enfoque de comunidad basado en relaciones simbióticas dentro de los poblados entre productores y proveedores de servicios de apoyo locales de carácter familiar. Esto podría requerir de algunos ajustes al sistema de crédito institucional para, por ejemplo, ayudar con la compra de tractores y financiar los costos operativos iniciales.
Los molinos de granos en los poblados son otra buena opción a considerar si no están ya disponibles. Estos podrían reducir las duras faenas domésticas de las mujeres y aumentar su capacidad de permanecer en el campo por más tiempo diariamente o llegar más descansadas y con más capacidad para manejar los asuntos de la finca.
La mejora del acceso al agua para el hogar podría tener un marcado impacto sobre la salud, el ahorro de tiempo también le permitiría a las mujeres buscar otras oportunidades económicas para el beneficio de sus familias, incluso ayudar a sus esposos en el trabajo de campo.
Más implicaciones para el desarrollo
Si el argumento presentado en este artículo es correcto, y lo ha sido desde el inicio del esfuerzo por el desarrollo rural hace alrededor de 40 años, entonces en vez de atrasar los cultivos, los productores estarían más probablemente iniciando el establecimiento de sus cultivos a la primera oportunidad cuando las lluvias mensuales disponibles se acercaran al 100% y continuar tan rápido como se lo permitiera su energía disponible. Más que reacios al riesgo, los pequeños productores siempre se han visto obligados a correr riesgos, dependiendo su supervivencia misma del hecho de correr estos riesgos. Si su dieta disponible les limita las horas que pueden trabajar cada día y por tanto extienden el período de establecimiento del cultivo muy dentro del período en el cual los rendimientos potenciales podrían ya estar decreciendo rápidamente (en particular el maíz en África), entonces cada atraso producirá rendimientos potenciales y podrá en riesgo su supervivencia misma. Dada la necesidad vital de la producción de subsistencia y la cantidad de trabajo de campo que claramente se necesita, ¿cuál es el escenario más realista para cualquier persona que se ve ociosa durante las tardes en el poblado? ¿Están siendo reacios al riesgo, o están hambrientos y agotados?
El lastre que la limitación en la energía alimenticia tiene sobre el manejo de la finca ni siquiera toma en cuenta las dos o tres veces en el año que los productores padecen de un ataque de malaria y no pueden trabajar por un par de días, las veces que padecen de disentería y pierden otro día, y el aumento del impacto de la epidemia de VIH/SIDA que proyecta una sombra oscura sobre África rural y la mano de obra disponible.
En la medida en que se atrasa el establecimiento del cultivo y debe integrarse con la limpieza de maleza y otras actividades de labores de cultivo de mediados de temporada en las parcelas de tierra establecidas tempranamente, los productores comprometerán la calidad del manejo en favor del cultivo de un área más extensa. Esta es una decisión económica muy racional, pero puede dar la impresión de que los productores tienen un conocimiento limitado de las mejores prácticas de manejo y que es necesario enseñárselas. En realidad, ellos pueden ser muy versados en tales prácticas pero no poseen suficiente mano de obra para adoptarlas plenamente.
Algunos otros puntos por resaltar: primero, el tamaño típico de una finca de pequeño productor es de 1.5 ha., que parece ser común en muchos países en desarrollo, podría representar el límite exterior de lo que un productor puede manejar manualmente, más que la disponibilidad de tierra dentro de la comunidad. Segundo, la siesta de medio día, muy común en algunos países como una oportunidad para escapar del calor del día, podría igualmente deberse al agotamiento al haber gastado todas las calorías disponibles y la necesidad de recuperarse del agotamiento.
Conclusión
El balance final es este: antes de implementar un proyecto de desarrollo rural, tómese el tiempo para determinar si los beneficiarios pueden adquirir o acceder de alguna manera a calorías suficientes y llenar otras necesidades alimenticias esenciales para completar las tareas diarias que se espera de ellos De no ser así, calcule el número de horas que puede esperarse y ajuste el área sobre la cual la tecnología promovida puede extenderse dentro de los límites de tiempo previstos. Realmente no es un ejercicio que consuma mucho tiempo o muy complicado y podría brindar expectativas más realistas acerca del potencial que existe para que las tecnologías introducidas se expandan a lo largo de un área de producción. Sea algo precavido acerca de la utilización de mano de obra contratada. A menudo la reserva de mano de obra ocasional consiste de otros productores, quienes cualquier día o por una variedad e razones optan por hacer trabajo ocasional en vez de trabajar sus propias tierras. Trabajar como trabajadores ocasionales demandará que usen cantidades importantes de energía y puede dejar a estos productores sin energía para cuando llega el momento de trabajar sus propias tierras. Como agentes de cambio para el desarrollo, la meta debería ser mejorar el bienestar (económico y de otro tipo) en toda la comunidad anfitriona más que fortalecer a un individuo cooperante a expensas de los otros.
Si bien puede parecer algo trillado afirmar que usted no puede esperar que una persona con hambre trabaje muy duro, ¿no es acaso eso lo que el esfuerzo por el desarrollo rural ha estado haciendo durante los últimos 40 + años? Hasta que no se reconozca y aprecie plenamente que los pequeños productores están más limitados por la disponibilidad de mano de obra, y que la magnitud de este factor impide que los productores logren el potencial de producción que permiten los recursos naturales del entorno, habrá limitaciones importantes en la sostenibilidad en el largo plazo para muchos proyectos de desarrollo.
Cita este artículo como:
Tinsley, D. and Berkelaar, D. 2013. Replanteamiento de un supuesto básico en el desarrollo agrícola: la aversión al riesgo vs el hambre y el agotamiento. ECHO Notas de Desarrollo n.o 121