[Eds: Stan Doerr nos escribió acerca de un proyecto de huertos caseros en Mauritania que despegó rápidamente. Esperamos que usted disfrute leyendo acerca del proyecto, de algunas de las circunstancias que contribuyeron a su éxito, y de los resultados.]
Los huertos se encuentran en el borde del desierto del Sahara, donde la arena se encuentra con el mismísimo inicio de los escasos arbustos espinosos como la Balanites aegyptiaca, Leptadenia pyrotechnica y varias especies de Acacia, marcando el inicio del Sahel. El promedio anual de precipitación pluvial es de 12 pulgadas (300 mm), pero a menudo recibimos 8 pulgadas (200 mm) o menos por año. Las temperaturas alcanzan los 120ºF (45–50ºC) en mayo y junio con una humedad que baja hasta 5%. Nosotros vivimos en un sito llamado Kiffa, en la República Islámica de Mauritania, a unos 600 kms de la costa del Atlántico, en la joroba noroccidental de África. Sorpresivamente, resultó ser el sitio perfecto para un huerto.
Sequías repetidas experimentadas a mediados de las décadas de 1960, 1970 y 1980, acabaron con los hatos ganaderos y forzaron a la gente a establecerse en pequeñas aldeas donde podían encontrar agua. El censo más reciente encontró que solamente el 4.7% de la población es nómada en la actualidad. Sin embargo, debido al pasado nómada de la gente, la siembra de cultivos y de huertos no era una habilidad tradicional en su cultura. Cuando llegamos a Kiffa, los únicos huertos de hortalizas que pudimos encontrar estaban en un antiguo lecho de río (conocido como Wadi) al noroeste del pueblo donde el manto acuífero se encontraba bastante cerca de la superficie. Esta tierra estaba controlada y era cultivada solamente por unos pocos grupos familiares. Los pocos oasis alrededor del área en su mayor parte eran utilizados para palmeras de dátiles.
El Plan
Tan recientemente como el pasado año, el concepto de un huerto casero o de cocina era virtualmente desconocido en esta área excepto en el Wadis. Cuando Beth y su equipo introdujeron por vez primera el concepto de hueros caseros, el primer obstáculo a vencer fue la necesidad de cercar. Las cabras dominan la tierra en Kiffa y nada se encuentra a salvo de sus hambrientos hocicos –ni papel, ni plástico, y especialmente ninguna hortaliza fresca. Sin embargo, el cercado es caro. Desde el punto de vista del desarrollo, si comienzas a suministrar cercos a todo proyecto de huerto, pronto la actitud será: “Si no poseo cerca entonces no puedo tener un huerto”. En mi experiencia, la gente que da su propia solución a un problema, por lo general resulta con una solución mejor y más sostenible.
El Comienzo
Tan recientemente como el pasado año, el concepto de un huerto casero o de cocina era virtualmente desconocido en esta área excepto en el Wadis. Cuando Beth y su equipo introdujeron por vez primera el concepto de hueros caseros, el primer obstáculo a vencer fue la necesidad de cercar. Las cabras dominan la tierra en Kiffa y nada se encuentra a salvo de sus hambrientos hocicos –ni papel, ni plástico, y especialmente ninguna hortaliza fresca. Sin embargo, el cercado es caro. Desde el punto de vista del desarrollo, si comienzas a suministrar cercos a todo proyecto de huerto, pronto la actitud será: “Si no poseo cerca entonces no puedo tener un huerto”. En mi experiencia, la gente que da su propia solución a un problema, por lo general resulta con una solución mejor y más sostenible.
¿Qué hacer entonces? Afortunadamente, Beth tiene una experiencia considerable en trabajar con distintas técnicas promovidas por ECHO en Fort Myers, Florida, y en trabajar en sitios en donde se necesitan huertos en los techos o móviles. Beth presentó a su equipo el huerto en llanta, que es justamente eso, un huerto móvil hecho en una llanta vieja de automóvil (ver Figura 1). [Puede contactarse a ECHO para averiguar sobre el diseño del huerto en llanta en www.echotech.org]
La sequía
Para ser claro al elaborar el cuadro de este éxito, existen otros dos factores que debemos considerar. El primero es la inesperada disponibilidad de semillas como resultado de una donación de un contenedor de 20 pies cargado en su mayor parte con semillas de hortalizas provenientes de Visión Mundial Canadá y el segundo factor es la sequía que afectó a Mauritania en el año 2002.
(Somos cautelosos en cuanto a afectar a los distribuidores existentes en el mercado trayendo semillas gratis del exterior. Sin embargo, no hay que tener mucha imaginación para darse cuenta que un sitio en donde nadie cultiva hortalizas no tiene una fuente disponible de semillas de hortalizas. De hecho, nuestros estudios preliminares mostraron que este era un serio factor limitante para el desarrollo de hortalizas. Existe disponibilidad de semillas en Mauritania y Senegal al sur, pero al haber poca demanda por semillas de hortalizas en Kiffa, hay muy poca oferta de estas en el área. Para que las leyes de oferta y demanda funcionen a menudo es necesario crear la demanda, lo cual a su vez llevará a que los empresarios locales llenen el vacío en la oferta. En este caso, las semillas que fueron suministradas para iniciar este proyecto han sido un factor clave en la reducción del riesgo para la comunidad, permitiendo que la experiencia demuestre a la gente el potencial que existe para cultivar alimentos para ellos mismos.)
Por extraño que pueda parecer, la sequía fue positiva para los huertos. Como resultado de la sequía que afectó a esta área durante lo que se suponía era la estación lluviosa, muchos de los animales murieron. Para la gente aquí, un mecanismo tradicional para enfrentar los malos tiempos es vender algunos animales y comprar alimentos importados. Debido a la sequía, la mayor parte de los animales han perecido y los que se salvaron no tienen valor. Ausencia de lluvia significa ausencia de pasto, y ausencia de pasto significa ausencia de alimento para los animales, y ¿de qué sirve comprar un animal flaco si no hay alimentos para él? Los precios del ganado en Kiffa han caído de $425 la cabeza a inicios del año 2002, a menos de $100 la cabeza para fines de octubre de 2002. Con la sequía y el descalabro de uno de los mecanismos tradicionales más significativos para encarar los malos tiempos, el concepto de ser capaz de cultivar parte de sus propios alimentos se volvió muy atractivo para la gente.
Fue la combinación de la sequía, la desesperación, el poco riesgo, el suministro de elementos clave y una tecnología realmente apropiada lo que resultó en una transformación radical en Kiffa.
Los huertos
El trabajo de Visión Mundial en Kiffa es manejado a través de lo que se conoce como Proyectos de Desarrollo de Área (PDAs). El PDA de Kiffa trabaja con varias cooperativas de mujeres, a través de las cuales se efectuó la capacitación sobre huertos en llantas. Luego de la capacitación, a cada mujer se le dieron varios paquetes pequeños de semillas y se les alentó a iniciar un huerto. Tenemos en nuestras mentes grabadas las imágenes de cuando nos íbamos de una sesión de capacitación y observábamos a una mujer arrodillada sobre una llanta vieja con un bebé amarrado a su espalda, cortando la parte superior de una llanta, ¡comenzando su primer huerto en llanta!
Pasó el tiempo y comenzamos a recibir informes acerca de la existencia de huertos caseros en casi toda Kiffa. Para verificar este hecho, Beth me pidió que efectuara visitas de seguimiento en el pueblo. ¡Estas visitas realmente han sido un sueño de trabajador para el desarrollo hecho realidad!
Este es mi informe derivado de tales visitas:
“El equipo PDA de Kiffa me llevó a un pequeño huerto en el extremo oriental del pueblo. Todo lo que pudimos observar desde el vehículo fue un pequeño cuadrado de tela hecho tiras colgando de un marco multicolor de palos viejos y piezas de metal. A medida que nos aproximábamos pudimos observar dentro y para mi sorpresa, esos trapos estaban protegiendo un exuberante huerto de alrededor de 8 metros cuadrados. Tenían de todo: tomates, calabacín, lechugas, remolacha, repollo. Le pregunté a la dueña del huerto si había cultivado huertos anteriormente y orgullosamente me dijo que esta era la primera vez que había sembrado algo. Mientras admirábamos su huerto, llegó otra mujer y nos invitó a visitar su huerto. Le preguntamos dónde estaba y ella señaló hacia otra línea de paños de telas a unos 100 metros de ahí. Mientras mis ojos empezaban a escudriñar el área circundante, comencé a observar numerosos pequeños encierros hechos de la misma combinación de paños de tela, pedazos de alambres, viejas piezas de vehículos y cualquier otra cosa que pudiera proteger un lugar verde de las cabras merodeadoras. Me volví hacia el Agente de Desarrollo de Kiffa ADP y le pregunté, “¿Cuántos de estos hay en Kiffa?” Su respuesta fue: “Le tomaría un mes visitar cada uno de ellos, y ¡todos son huertos de primera clase!”
“Después de visitar varios huertos, fuimos a otra parte de Kiffa y fue lo mismo. Para mí es difícil darles una imagen real en palabras de lo que vi. Kiffa es un pueblo bien opaco, sin colores. Todo es color café o del color de la arena y está cubierto por el polvo. No hay árboles, ni grama ni nada aparte de casas de barro y arena con rocas esparcidas. A medida que mis ojos se acostumbraron a buscar esos pequeños encerramientos de paños de tela desteñida, comencé a notarlos en casi cada casa. Sólo hasta después de haberme acercado junto al encerramiento fue que pude ver dentro y ver que cada pequeño refugio protegía un hermoso y pequeño huerto en que cada pulgada estaba ocupada por una planta de hortalizas.
“A medida que hablaba con las mujeres que habían producido estos huertos, cada una de ellas me dijo que ése era el primer huerto que habían sembrado en su vida. Era obvio que los niños se estaban beneficiando especialmente de estos huertos. Mientras hablábamos en el huerto, los niños reventaban guisantes y tomates “cherry” en la boca… sabían exactamente que sabía bien y obviamente habían estado comiéndolos desde que el huerto comenzó a producir por primera vez.
“Pregunté a las mujeres qué problemas enfrentaban. El agua siempre era el problema. Dado que vivimos en el desierto del Sahara, no habría esperado algo distinto. Lo que me sorprendió fue que nadie dijera que las cercas eran un problema. Cuando el proyecto comenzó, esta era la principal limitación. Pero obviamente las mujeres habían encontrado su propia solución a este problema. Las plagas de huertos no parecían ser un problema grande aparte de los saltamontes, lagartijas y pájaros pequeños que molestan a todo lo verde. También noté que las mujeres todavía usaban los huertos en llantas, pero en lugar de que fueran el huerto principal, estos eran usados como almácigos y luego las plantas eran trasplantadas al camellón principal cuando eran suficientemente grandes.
“Cuando nos disponíamos a marcharnos del último huerto del día y estábamos junto al vehículo noté a un niño pequeño en pantalones cortos raídos que tiraba de la pierna de mi conductor. Pregunté qué quería y el conductor comenzó a reírse al tiempo que me decía que el niñito quería que también visitáramos el huerto de su madre. Así que me agaché y tomé su mano, y muy orgullosamente, el niño me condujo caminando hasta el huerto de su madre para que yo admirara sus hortalizas. Es en días como éste en que doy gracias a Dios por darme la oportunidad de estar aquí”.
Conclusión
La introducción de los huertos familiares a Kiffa y el éxito de esta introducción pueden atribuirse a una combinación de cosas. Con la sequía, la urgencia de llenar las necesidades nutricionales de la familia era una alta prioridad para todos en la comunidad, especialmente para las mujeres. La simple introducción de los huertos en llantas súbitamente hizo posible sembrar un huerto en la casa porque era pequeño, manejable y podía protegerse fácilmente de la población de cabras que molesta a todo el que desea sembrar algo en Kiffa. La capacitación proporcionó las habilidades necesarias para comenzar y las semillas donadas redujeron el riesgo de tratar algo nuevo.
Pregunté específicamente al equipo de desarrollo si pensaban que Visión Mundial tendría que proporcionar las semillas nuevamente el siguiente año. El equipo dijo que ellos también se preguntaban al respecto. Su encuesta en la comunidad indicaba que las mujeres estaban tan impresionadas con su habilidad para sembrar un huerto en Kiffa que decían que encontrarían una fuente de semillas para el próximo ciclo de siembra, aunque tuvieran que hacer que un pariente en Senegal las comprara y las llevara a Mauritania
En nuestro mundo occidental de alta tecnología a menudo pensamos que el éxito depende de cosas más grandes, mejores y a menudo caras. Es bueno que se nos recuerde que para la mayor parte del mundo lo simple es por lo general lo mejor. Es muy refrescante saber que algo tan simple como un paquete de semillas y una vieja llanta de vehículo ha transformado totalmente a toda una comunidad, y especialmente saber que esto ha mejorado significativamente los niveles de nutrición para cientos de niños.
Cita este artículo como:
Doerr, S. 2004. Huertos Caseros en Kiffa. ECHO Notas de Desarrollo n.o 84